viernes, 26 de octubre de 2012

LOS RIESGOS DE LA DESESPERACIÓN Y LA ESPERANZA COMO REVOLUCIÓN

 
Los lectores que tienen la amabilidad y la inmensa paciencia de leer el Mentidero saben que los protagonistas principales de sus artículos son la historia, el arte, el medio ambiente, el cine, materias que no suelen ir al paso de la actualidad, siempre efímera y que deja poco tiempo para la reflexión, pero no es posible mantenerse al margen del mundo presente y hay situaciones que en ocasiones te obligan a hacer mención a lo que está sucediendo, porque creo que es necesario. Esta noticia tiene lugar en España , pero podría haber sucedido en cualquiera de los países que se hallan sumidos en una profunda crisis desde hace ya casi cinco años, cuando la crisis de las hipotecas subprime ,a la que ya me he referido repetidas veces en estos dos años de existencia del Mentidero, estalló y comenzó un proceso que se prolonga hasta nuestros días en los que hemos asistido a un constante declive del estado de bienestar . Pero a ello ya me referí apenas hace una semana, hoy no se trata de la pérdida de derechos laborales, sociales o el deterioro de los servicios públicos que constituían los pilares de ese estado de bienestar construido después de la Segunda Guerra Mundial como el marco con el que pretendíamos crear una sociedad donde hubiera una mejor distribución de la riqueza y la población no quedara nunca desamparada ante situaciones de crisis, evitando así los caldos de cultivo de los que han surgido a lo largo de la historia las revoluciones.
 
Aunque voy a hablar del país en el que vivo, España, creo que  estos problemas tienen un alcance mucho más allá de las fronteras nacionales  e incluso continentales, ya que afectan a la estructura de nuestras sociedades y al sistema económico que empleamos para organizarnos. Hay una cita que tradicionalmente se atribuye a Josef Stalin, el que fuera líder de la Unión Soviética, aunque como muchas otras citas que circulan por los libros y la red parece ser que es apócrifa, pero que es adecuada para lo que quiero contaros , una cita que dice "La muerte de un hombre es una tragedia. La muerte de millones es una estadística." El dictador soviético, responsable de la muerte de millones de personas, sabía bien lo que estaba diciendo.  Cuando hablamos de números en abstracto estos apenas nos dicen nada . El 26 de diciembre de 2004 se produjo el devastador tsunami de Indonesia , que arrasó grandes zonas costeras de Indonesia, Thailandia, Maldivas y Malasia, causando la muerte de entre 150.000 y 200.000 personas y dejando detrás de sí un paisaje lunar. Las imágenes eran conmovedoras, pero en realidad , aunque te hablen de cientos de miles de muertos, sólo cuando conoces la historia individual de una de esas personas puedes alcanzar a comprender lo que de verdad significó esta tragedia. Esta pasando ahora con el éxito de una película española titulada "Lo imposible" que narra una de las muchas  historias que se produjeron entonces, la  de una familia que sobrevivió al tsunami ,y que probablemente haga más por la comprensión del drama que muchos informes oficiales .


Fotografía desde un satélite donde se compara la costa de la ciudad india de Chennai en enero de2003 y en diciembre de 2004 después de haber sufrido los efectos del tsunami. Vemos como el área ha sido barrida por el tsunami, somos conscientes del desastre natural que ha sufrido, conocemos las cifras de muertos y el valor de los daños, pero cuando de verdad empatizamos con su sufrimiento, con lo que ha significado esta catástrofe para sus habitantes es al conocer sus historias personales , sus tragedias personales. Lo mismo está sucediendo ahora con el drama del desempleo, una catástrofe que no es natural, sino artificial , pero que si bien no causa la muerte como un maremoto o un terremoto, si interrumpe los proyectos vitales de millones de personas a las que hay que escuchar y atender, porque una sociedad no puede permitirse la marginación de tantas personas a las que ahora se está cerrando la puerta del futuro y empujándolas a la desesperación (imagen procedente de http://www.tiempo.com )
 
 
El ser humano siempre ha necesitado de historias con las que identificarse, con las que comprender la realidad y el mundo que le rodea. Esta es una de esas historias que nos permiten separarnos del mundo de las grandes cifras de la macroeconomía, de los informes del Fondo Monetario Internacional o las  cumbres internacionales donde se toman las decisiones que nos afectan a todos.Es una noticia que se conoció ayer,la del suicidio de un hombre antes de ser desahuciado de su casa. Tenía 53 años y como millones de personas estaba sin empleo.Pero para que los lectores de otros países lo puedan entender mejor primero tengo que contaros que los dos grandes problemas de la sociedad española es el elevado nivel de desempleo, que se aproxima ya a los seis millones de personas, y la deuda privada de las familias. Durante la época de relativa bonanza económica, miles de personas compraron viviendas a unos precios que crecían día a día, duplicando y triplicando los precios de esas viviendas en periodos de tiempo muy cortos. Algunos compraron aquellas casas como una inversión para el futuro, ya que parecía imposible que en algún momento pudieran bajar, era más seguro tener el dinero metido en una casa que en el banco, donde los tipos de interés eran tan bajos que no producía ningún beneficio para el ahorrador. Con suficiente trabajo, sueldos que comparativamente con los actuales eran altos y la facilidad de crédito otorgada por la banca nacional , todo conducía a las familias a comprar casas  con precios muy por encima de su poder adquisitivo, firmando hipotecas surrealistas de hasta cincuenta años que podrían incluso convertirse en una herencia para los hijos .
 
El sistema funcionó mientras había empleo y parecía que el ciclo de prosperidad que se había prolongado más de una década iba a mantenerse indefinidamente, pero una crisis hipotecaria en Estados Unidos en 2008 , que al principio no fue vista con alarma por la población porque estaba muy alejada de sus problemas cotidianos, terminó alcanzando a España como a otros países europeos y ahora amenaza a todo el sistema económico y social a nivel mundial por otros problemas que ya he comentado en diferentes ocasiones y que no son el motivo del artículo de hoy. El nivel del desempleo comenzó a elevarse, al aumentar el paro también disminuyó la cantidad de dinero que las familias tenían para dedicarlo al consumo. Para alentar las ventas los comercios bajaron los precios reduciendo el margen de los beneficios, lo que a su vez significó nuevos despidos para reducir costes con los que compensar la rebaja en dichos beneficios. Con ello se engrosaron aún más las listas de desempleados, disminuyó de nuevo el nivel de renta y muchas empresas tuvieron que cerrar como consecuencia del descenso de ventas. Al mismo tiempo, las familias que ahora tenían a una o varias personas en el paro , no disponían  del dinero necesario para afrontar las enormes hipotecas que habían firmado en los años de bonanza. Sus casas no eran suyas, sino de los bancos. Los niveles de morosidad se elevaron y las perdidas bancarias también lo hicieron, pues gran parte de su capital había sido invertido en constructoras que ahora se arruinaban al no haber personas dispuestas a comprar casas.

[foto de la noticia]
Esta es la evolución desde el primer trimestre del año 2008, cuando en España había 2.170.000 desempleados hasta la situación actual, , con datos hasta septiembre de 2012, cuando la cifra del desempleo alcanza los 5.780.000 desempleados, un 25,02% de la población activa. Un desempleo que se está centrando en la población más joven, que alcanza casi el 50% del desempleo, y lo que aún considero más grave, en la población con más de cincuenta años de edad, porque son las personas que tienen más responsabilidades económicas con familias a las que alimentar, con hipotecas que pagar y a los que el mercado laboral ha marginado. La pregunta en estos momentos es ¿qué hacemos con la gente?¿qué hacemos con todas las personas que no encuentran trabajo y que casi no tienen esperanzas de hallarlo en el futuro? En muchas ocasiones he escrito sobre un futuro cada vez más próximo en lo que este sistema por el que se organiza nuestra sociedad tiene que desaparecer porque la robótica lo transformará,los trabajos que hoy existen desaparecerán , pero antes de que esa gran transformación, para la que nadie parece estar preparándonos,   hay que dar una respuesta a todas esas personas y familias que comienzan a caer en la desesperación (imagen procedente de http://www.expansion.com )
 
El Estado también se resintió, pues el dinero ingresado vía impuestos se redujo. Los desempleados no cotizaban en la Seguridad Social lo que reducía la cantidad de dinero que se dedicaba a cubrir los gastos sanitarios, disminuían los ingresos procedentes de los impuestos sobre el consumo ya que este no dejaba de caer . La delicada situación económica se agravó cuando los compradores de deuda española, esa con la que se financia el estado como hacen los ciudadanos cuando piden dinero prestado a un banco, perdieron la confianza en nuestro país y en su capacidad para devolver esa deuda con lo que comenzaron a pedir intereses cada vez más altos por el dinero que nos prestaban, lo que hizo que el Estado acumulara cada vez más deuda , destinando un mayor porcentaje del presupuesto anual al pago de esos intereses. Las comunidades autónomas, que para los que no vivís en España os explicaré que pueden llegar a tener más competencias y autonomía que los estados que forman Estados Unidos, vieron como los inversores se negaban a comprar sus emisiones de deuda lo que impidió su financiación, el dinero dejó de fluir y unido a la reducción de los ingresos a través de los impuestos causó que se dejara de pagar a los proveedores y prestadores de servicios que a su vez acumularon deudas con otras empresas. Un caso paradigmático son las farmacias, que tienen que comprar las medicinas a los laboratorios y luego recibir el dinero correspondiente de la administración pública que cubre el coste de esos medicamentos. Si no reciben el dinero la farmacia tampoco puede pagar a los laboratorios, con lo que al final los perjudicados son todos, las farmacias, los laboratorios y los propios clientes, que no tienen acceso a las medicinas.

He escrito en pasado, pero debería haber empleado los verbos en presente, porque esta es la situación de España en la actualidad, cuando hoy, día 26 de octubre de 2012, se ha dado a conocer los últimos resultados de la Encuestas de Población Activa según la cual hay 5.778.100 desempleados en España, lo que significa el 25,02% de la población activa , con 85.000 nuevos desempleados durante el tercer trimestre del año, lo que significa que una de cada cuatro personas en edad de trabajar se encuentra sin empleo, casi un 50% de desempleo juvenil y quizás lo que es un dato más dramático que 1.737.900 hogares españoles tienen a todos sus miembros sin trabajo, hogares en los que no hay ningún ingreso al no ser el de los subsidios por desempleo. Cifras, números que no alcanzan a transmitir la historia que se encuentra detrás de cada uno de ello, como tampoco reflejan la situación de incertidumbre en la que se encuentran millones de personas que tienen trabajos precarios, mal pagados y que tienen que soportar una presión fiscal y unas exigencias laborales cada vez mayores sin valor para alzar la voz porque detrás de cada puesto de trabajo hay centenares y a veces miles de personas esperando que quede vacante para ocuparlo ellas y ya sabemos, cuando la demanda es muy superior a la oferta es la oferta la que establece las condiciones, en este caso determinando unas condiciones laborales que significan la renuncia a la mayoría de derechos laborales y conquistas sociales alcanzadas a lo largo del último siglo.

Se suceden manifestaciones como la de la imagen, que se convocan para rodear el parlamento bajo consignas como la de la pancarta "No nos representan" haciendo referencia a los diputados del Congreso. En una democracia los políticos son los representantes del pueblo , es la única forma que conocemos de tener voz en el Congreso por lo que decir que no nos representan es cuestionar las raíces mismas de la democracia. La perdida de confianza en los políticos y en los partidos es un gran peligro para conservar el sistema de libertades y abre el camino a los demagogos. Sin embargo, la situación actual  puede conducir a muchas personas por este camino si antes no hay una reacción de los políticos, pues todas las crisis, si se prolongan en el tiempo , terminan radicalizándose. Cuando el dinero no llega para comer o pagar la casa y mantener a la familia es muy difícil calmar a la población. Por eso he titulado este artículo el riesgo de la desesperación, porque aunque considero que el camino que quieren seguir los que alientan estas manifestaciones contra los políticos es un camino equivocado en el sentido de que ponen en entredicho el sistema de gobierno, al margen del partido que detente el poder, porque la democracia no puede funcionar sin partidos organizados y sin políticos, las circunstancias  pueden empujar a muchos por estos caminos radicales que sólo empeorarán las cosas, pero que es el riesgo que se corre cuando no se dan respuestas ni esperanzas a los problemas de la población (imagen procedente de http://www.noticiasdenavarra.com )

El drama para muchas de estas familias no es sólo el desempleo, sino la deuda que mantienen con los bancos, esas hipotecas firmadas en la época en que se creó la colosal burbuja inmobiliaria ante la pasividad de gobierno, banca y ciudadanos, una espiral de endeudamiento familiar que llevó , como os decía antes, a la firma de hipotecas a pagar hasta en cincuenta años, pisos de doscientos mil euros, de trescientos mil e incluso más , por lo que aquellas casas eran en realidad más del banco que de las personas que la habitaban. Al no haber trabajo, no hay ingresos, sino hay ingresos no se puede hacer frente a la deuda con el banco y aunque a estos no les interesa quedarse con los hogares de la gente, no por razones humanitarias sino porque quedarse con una casa que es difícil de vender y cuyo valor se ha depreciado supone un gasto para las entidades financieras, finalmente llega el desahucio, una palabra que se escribe con la misma facilidad que las demás pero que tiene detrás de si un drama personal  y familiar, pues en muchos casos significa caer en la pobreza, no disponer de un techo bajo el que cobijarse, perder la intimidad, el refugio y la seguridad que nos da el hogar, provoca una sensación de fracaso, de marginación y desesperación en quién lo padece, e incluso de culpabilidad, como si se preguntara ¿qué hice mal para que me sucediera esto? Durante años han trabajado honestamente , han intentado salir adelante con sus trabajos , formar una familia, comprar un coche, irse unos días de vacaciones, y de pronto todo  ha desaparecido .

Pero por si todo eso no fuera ya una tragedia personal y familiar, la situación aún se nos presenta más dramática cuando ,además de perder el piso y con ello todo lo que tienes, conservas la deuda contraída con el banco. Ni trabajo, ni hogar y con una deuda de 150.000, 200.000  o 250.000 euros que supone que ni siquiera pueden plantearse partir de cero para salir de nueva a flote ya que la pesada piedra de la deuda impide que puedan ponerse de nuevo en pie. Si además de encontrarse en esta situación superas los cincuenta años de edad tendrás casi imposible ser contratado, eres ya demasiado viejo para un  mercado laboral  que busca personas jóvenes a las que pagar sueldos más bajos , desperdiciando la experiencia y habilidades laborales acumuladas por muchos trabajadores durante décadas de trabajo  que además ven todas las puertas cerradas. Cuando escribo estas palabras ha habido dos casos trágicos de hombres de más de cincuenta años que optaron por el suicido cuando iban a ser desahuciados aunque por fortuna uno de ellos no ha tenido éxito en su intento de darse muerte. No quiero caer en la demagogia , muy sencilla en estos casos, de utilizar estas tragedias personales para dividir la sociedad entre pobres buenos y ricos malos porque no conduce a ninguna solución pero estos dos casos, que ojalá no se repitan, son un síntoma que nos muestra la dura realidad de la vida de muchas personas, ya sea en España, en Grecia , en Portugal o en otras naciones afectadas por esta crisis económica y social que se prolonga ya cuatro años,  dramas personales que nos dicen de la realidad mucho más que las noticias sobre mercados, primas de riegos, déficit público y rescates financieros que llenan los informativos.

La crisis  en Europa está reavivando fantasmas del pasado que creíamos enterrados, diferencias nacionales que la Unión Europea había parecido alejar de forma definitiva , al menos eso esperábamos los que tenemos puestas nuestras esperanzas en una Europa unida. El continente europeo se halla en una encrucijada histórica que puede afectar a su futuro y al del resto del mundo por la importancia económica y cultural que aún tiene el Viejo Continente.  Por eso es necesaria más que nunca  la solidaridad entre las naciones en mejor situación económica y las que están pasandolo peor, porque sólo unidos saldremos adelante. Lo mismo sucede en cada una de nuestras sociedades e incluso en el entorno personal de cada uno de nosotros, la solidaridad, esa palabra tan usada que ha llegado a desvirtuarse, la generosidad, el dialogo entre todos nos deberían mostrar el camino de salida de esta situación antes de que degenere hacia escenarios mucho más peligrosos para la estabilidad de nuestras sociedades. (imagen procedente de http://www.lanigua.com )

El autor francés Antoine de Saint Exupéry escribía "A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ¿qué tono tiene su voz? ¿qué juegos prefiere? ¿le gusta coleccionar mariposas?, pero en cambio preguntan: ¿qué edad tiene? ¿cuántos hermanos? ¿cuánto pesa? ¿cuánto gana su padre? Solamente con estos detalles creen conocerle." Lo mismo sucede con los gobernantes , con los presidente de grandes empresas , con aquellos que tienen que tomar  decisiones que afectan a miles o millones de personas, a naciones e incluso a continentes enteros, creen conocer la realidad a través de las cifras, de los informes de sus asesores, de las estadísticas, pero se olvidan de que detrás de todo ello están las personas, cada una de ellas irrepetible e irremplazable y a la que no se puede tratar como un número que carece de sentimientos, que no tiene sueños , ni esperanzas, que no ama ni tiene amigos. Esperanzas, si, como escribiera el poeta alemán Johann Wolfgang Goethe "Si la mañana no nos desvela para nuevas alegrías y, si por la noche no nos queda ninguna esperanza, ¿es que vales la pena vestirse y desnudarse?". La situación actual conduce a muchas personas a hacerse esa terrible pregunta cada mañana al despertar, y la obligación de todos nosotros, de ciudadanos y gobiernos es evitar que la respuesta a esa pregunta sea negativa, que no merezca la pena, porque la vida es el bien más valioso de todo ser humano, es un bien que no se puede tasar, ni valorar, irrenunciable y que debe ser protegido a toda costa. Si hay un lujo que no se puede permitir una sociedad es abandonar a sus miembros.

Han surgido movimientos que ocupan las calles indignados con los políticos, proclamando que ellos no representan al pueblo, sin embargo ese no es, en mi opinión, el camino. En una democracia, la forma de representación del pueblo son los partidos políticos, libremente elegidos por los ciudadanos en las elecciones, y sería un error responsabilizarles solo a ellos de la situación, porque también cada uno de nosotros, cuando ejercemos el voto y elegimos un gobierno somos responsables de esa elección, tal y como decía el escritor italiano Alberto Moravia "Curiosamente, los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado". El enfrentamiento no puede ni debe ser el camino, la solución sólo debería llegar a través del diálogo entre todas las partes implicadas y , sobre todo, es necesario que los que toman las decisiones hagan sentir a la población que no se está gobernando al margen de sus problemas , ignorando su situación y , por encima de todo, es preciso ofrecer esperanza, extender la mano a quienes más lo necesitan para que nadie pueda sentir que no hay salida , evitar la desesperación de la sociedad, porque  el riesgo de la desesperación es algo que no podemos permitirnos,es la semilla de tragedias como las vividas estos dos últimos días, tragedias personales pero que afectan a toda la sociedad como un síntoma de una enfermedad muy peligrosa.


Gráfico de los niveles de desempleo en los países de la Unión Europea en febrero de 2012, ya que no he encontrado los gráficos actualizados hasta octubre de este año. En el momento actual, tanto España como Grecia han superado la cifra dramática del 25% de desempleados y en el conjunto de Europa las cifras, aunque muy alejadas de las de estas dos naciones, también dibujan un panorama laboral difícil donde además los nuevos trabajos que se crean son en peores condiciones laborales que antes, lo que genera aún más incertidumbre en la sociedad, impide el crecimiento del consumo y con él la salida de la crisis. Los presupuestos restrictivos que no fomentan la inversión están demostrando una elevada ineficacia para resolver los problemas que afectan a los países de la Unión que además esta abriendo una brecha social y una creciente desigualdad en las sociedades europeas, semilla del descontento y de problemas futuros (imagen procedente de http://mamvas.blogspot.com ) 

No podemos olvidar las palabras del filósofo griego Aristóteles cuando afirmaba que "La pobreza es la madre de la revolución y el crimen", expone a la sociedad a una situación de debilidad que suele ser aprovechada por los demagogos, los ambiciosos que desean aprovechar la situación para utilizar la desesperación de los ciudadanos en beneficio propio, alentando revueltas que suelen conducir , después de muchos y nuevos sufrimientos de la población, tan sólo a un cambio de las personas que se encuentran en el poder pero sin mejorar la situación de la gente , pues como decía Napoleón, "En las revoluciones hay dos clases de personas; las que las hacen y las que se aprovechan de ellas.". No, no creo en las revoluciones, ni en las manifestaciones violentas, ni en los insultos, ni en buscar un único culpable, aunque por supuesto hay sectores políticos y financieros que acumulan una gran parte de responsabilidad de lo que está sucediendo. La solución tiene que venir de un mayor diálogo entre gobernantes y ciudadanos, entre los poderes económicos y la sociedad. Es preciso escucharnos mutuamente y , sobre todo, es necesario ver a las personas no como votantes  o contribuyentes, como clientes o deudores, sino como  seres humanos. Nadie debería ver como su vida se hunde por una deuda que no puede pagar porque ha perdido su trabajo, el banco que es dueño de su piso tiene que valorar la situación de esa persona ¿de qué le sirve dejarle en la calle?Aplacen su deuda hasta que logre un trabajo, permitan que pueda tener un techo , un hogar , porque a la larga ganarán ambos. Si no es por compasión humana, que sería lo deseable, que sea al menos por egoísmo.

Si hay una revolución que tenemos que impulsar entre todos es la de la esperanza, y esa revolución está en manos de los poderes políticos y económicos  y también en la de los ciudadanos que se encuentren en posición de extender la mano y ayudar a los demás. La modificación de las estructuras sociales y económicas necesitan del cambio de todos, tanto de políticos como de los ciudadanos, siempre por el camino del dialogo, de la comprensión, recobrando nuestro sentido humanitario, considerando a cada persona como algo irrepetible e imprescindible, un bien más precioso que cualquier cifra macroeconómica. Pero sería importante también que los gobernantes tuvieran en cuenta las palabras del presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy, cuando decía que  "Los que hacen imposible una revolución pacífica harán inevitable una revolución violenta.", estamos a tiempo de realizar esa revolución  pacífica, la única viable, la única  que sería buena para todos conservando todas las cosas buenas que tenemos y corrigiendo los errores cometidos, evitando que aparezcan los demagogos que conduzcan a la sociedad por caminos de violencia que llevan a callejones sin salida y sólo causan más sufrimiento. Pero para ello es preciso evitar la desesperación de la sociedad, la semilla de riesgos que ponen en peligro nuestro sistema de libertades. Nunca como ahora ha sido  tiempo de convertir al hombre , al ser humano, en la medida de todas las cosas, en el centro de atención de todos los segmentos de la sociedad.

Cada una de las personas que vemos en una fila del desempleo  no es sólo otro número para la estadísica, es un ser humano que trata de buscar su lugar en la sociedad , un empleo que le permita acceder a un techo y a comida para sacar adelante a su familia o a sí mismo. La población no pide caridad, necesita oportunidades, oportunidades que un sistema que ya no funciona ofrece cada vez en menor número.Hay que evitar situaciones trágicas e irremediables como el suicidio  de un desempleado el día 25 de octubre y un intento en el mismo día que escribo y que por fortuna  ha sobrevivido a su intento. El descredito de los políticos, el escepticismo hacia el futuro y la falta de recursos en el presente crean una atmósfera de descontento peligrosa para la estabilidad social y por eso es necesario una reacción por parte de todos, y con ello me refiero a todos los segmentos de la sociedad, desde los políticos y empresarios, la banca y también los ciudadanos,  para evitar el desamparo de muchas personas que se están viendo en la calle sin nada(imagen procedente de http://elinformantejalisco.com ) 

Disponemos de medios tecnológicos desconocidos a lo largo de la historia de la humanidad, estamos muy cerca de dar un salto en la construcción de una sociedad donde el trabajo ya no sea concebido como hasta ahora, donde las personas no trabajarán para ganarse la vida sino para evolucionar y enriquecerse como seres humanos, para satisfacer sus inquietudes intelectuales y humanitarias, una sociedad robotizada, como ya he insistido en diferentes ocasiones, que llevará a un cambio radical de nuestras estructuras sociales. Ahora estamos viviendo esa crisis, esa transformación siempre difícil, pero esta metamorfosis social no se producirá de un día para el otro ni tampoco se facilitará conservando los modelos intelectuales de los últimos dos siglos .Si superamos con éxito este proceso un futuro lleno de posibilidades se abre ante nosotros pero para eso necesitamos diálogo, comprensión, generosidad. Es lo que ahora tenemos que pedirnos y exigirnos todos para salir adelante, empezando por los gobiernos respectivos, por los poderes económicos, por la banca, los empresarios y por mi mismo, porque yo también, como ciudadano, puedo tratar de ayudar a los que tengo más cerca de mi. Esa es la revolución de la esperanza, la que evitaría que se produjeran muertes por no poder pagar una deuda, y creo que merece la pena intentarlo. Pero cerrar los ojos a la desesperación de las personas, ese  no es el camino

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