martes, 8 de febrero de 2011

UNA HISTORIA DE AMOR A TRAVÉS DE SUS CARTAS, MARIANA ALCOFORADO

Cuando escribo este artículo falta menos de una semana para la gran fiesta del amor, como si al amor se le pudiera poner una fecha en el calendario,como si el enamorado entendiese de días, meses o años, porque cuando amamos no existe ni tiempo,ni lugar, existe sólo ese sentimiento que lo llena todo, que nos deslumbra, que deja la realidad suspendida e ilumina el mundo que creíamos conocer con una luz desconocida . Decía una noble francesa del siglo XVIII  que "el amor es un no sé qué que empieza no se sabe cómo y termina no se sabe cuando", así es el amor , indefinible, escapa a la razón porque, tomando prestadas las palabras del escritor rumano Garabet Ibraileanu, "cuando puedas decir por qué amas a una mujer es que no la amas realmente".

Una vez leí en un libro que el amor entre el hombre y la mujer se podía definir como la relación entre un violinista y su violín. De nada sirve que el violinista tenga un Stradivarius si carece de talento para extraer de sus cuerdas toda la belleza que encierran sus cuerdas,  ni tampoco podrá un gran violinista dar vida a la música más hermosa si no tiene un violín afinado. Es necesario la conjunción de violinista y violín para crear una obra de arte, se necesitan el uno al otro para crear un momento de belleza, y así sucede en el amor, no es posible dar vida a su bella melodía si ambos no forman un sólo ser,como sucede entre el violinista y su violín.

Pero ¿como saberlo cuando nos enamoramos? El amor no llama a la puerta con educación para que le permitamos pasar a nuestro corazón, es una fuerza arrolladora que tumba todas nuestras defensas y nos deja inermes frente al ser amado. No pidas a un enamorado que razone, que calcule los riesgos, que no haga el ridículo , porque , como decía Chesteron, "el primer deber del hombre enamorado es ponerse en ridículo". Por eso sufrimos tanto por amor, por eso hablamos de heridas que no curan, de corazones rotos, de almas tristes que llenan los versos de los poetas y las letras de bellas canciones de amor, porque incluso el más prudente de los hombres se olvida de la cordura cuando ama. Y pienso que así debe ser aunque a veces suframos por dejarnos llevar por un sentimiento que no es correspondido, lo importante es no cerrar nunca nuestras puertas a ese sentimiento.

Archivo:Beja Nostra Senora de Conceiçao.JPG
Convento de Nuestra Señora de la Concepción en la localidad portuguesa de Beja, donde Mariana Alcoforado ingresó a los once años de edad y entre cuyos muros viviría hasta su muerte en 1723 y donde tendría lugar la historia de amor que recogió en sus cartas    
Aprovechando la proximidad de San Valentín, hoy quería traeros la figura de una mujer que podría convertirse en el símbolo de amor desdichado, de pasión no correspondida y, pese a ello, de una fuerza inextinguible, que nos ha dejado algunas de las epístolas de amor más bellas de la literatura universal. Ella se llamaba Mariana Alcoforado y había nacido en la ciudad portuguesa de Beja en 1640. Era la segunda de ocho hermanos y pertenecía a una poderosa familia de la nobleza portuguesa. Como era costumbre en la época, el segundo hermano era dedicado a la vida eclesiástica y así la pequeña Mariana ingresó en el convento de Nuestra Señora de la Concepción de su ciudad natal con sólo once años .

Allí viviría toda su vida, hasta su muerte en 1723, y en ella vivió una extraordinaria pasión amorosa que nos ha llegado a través de cinco cartas reunidas en "Cartas de amor de la monja portuguesa" publicado en 1669 ,después de que fueran traducidas por el francés Gabriel de Guilleragues, conde de Lavergne. Algunos dicen que él no fue el traductor de las cartas, sino su auténtico autor, pero a falta de pruebas prefiero creer que fue realmente Mariana de Alcoforado su autora. Sus cartas podrían considerarse una auténtica biografía de la existencia de un amor, desde su nacimiento hasta su muerte. La traducción la he extraído de la obra "Palabras de amor" del escritor español José Antonio Marina

En ellas , Mariana confiesa su amor por un oficial francés del que se enamora con una pasión arrebatadora, pero el debe partir de regreso a Francia . Imaginamos que el oficial haría a Mariana promesas de amor eterno, de no olvidarla a pesar de la distancia y de regresar muy pronto por ella. Al poco de partir Mariana le escribe esta primera carta, donde todavía conserva la esperanza del regreso de su amado

" Estoy decidida a darte toda mi adoración y a no querer a nadie más en la vida. Harás igualmente bien en no querer a ninguna otra ¿podría satisfacerte una pasión menos ardiente que la mía?Tal vez encontrarás más hermosura pero no hallarás nunca tanto amor, y ... lo demás es nada"

Pero Mariana no recibe respuesta a esta primera misiva . Un oficial pasa por el convento y Mariana tiene que escribir con rapidez una nueva carta para enviársela a través de este oficial a su amado en Francia. En ella se lamenta de no haber tenido aún noticias suyas y le recuerda su historia de amor , que para ella sigue viva en su corazón.

"Desde el mirador te vi pasar , con aires que me arrebataron, y en él estaba el día en que comencé a sentir los primeros efectos de mi desatinada pasión. Me pareció que deseabas agradarme, si bien aún no me conocieses. Supuse que reparabas en mí, distinguiéndome entre las demás compañeras. Imaginé que, cuando pasabas, apetecías que te viese y admirase tu destreza al hacer caracolear el caballo. Me asustaba si le obligabas a ejercicios difíciles. En fin , me interesaban, en los más mínimo, todos tus pasos, todas tus acciones. Sentía que ya no me eras indiferente y participaba de cuanto hacías.¡Ay!Harto conoces lo que siguió a estos comienzos!
Me acabaste con la porfía de tus galanteos, me embrujaste con tus finezas, me rendiste con tus juramentos , me arrebató mi violenta inclinación, y las derivaciones de principios tan dichosos no son más que lágrimas , suspiros y una muerte fatal , a la que no puedo poner remedio.
Me pareciste digno de mi amor antes de que me dijeses que me amabas, me mostraste una gran pasión, me sentí deslumbrada y me abandoné a ti perdidamente. Si no estabas ciego como yo, ¿por qué me dejaste caer en esta mísera condición en que ahora me veo?¿que querías hacer de todos mis arrebatos, que en su misma exageración no podían dejar de serte inoportunos?"

Mariana ya empieza a temer que va a sufrir, que su amor no tendrá respuesta a pesar de las promesas, "principios tan dichosos no son más que lágrimas , suspiros y una muerte fatal" pero además se siente impotente para frenar ese amor "no puedo poner remedio". En la tercera carta que escribe Mariana se halla completamente desesperada ante la falta de respuesta de su amante, sólo puede pensar en él, ocupa su corazón, su alma y su mente y no lo puede arrancar de su interior. Es un grito desesperado de amor

Esbozo  del rostro de Mariana Alcoforado realizado por el pintor francés Henri Matisse (1869-1954) 

"¿Qué será de mí?¿qué quieres que haga?Cuan lejos me veo de lo que imaginaba. Supuse que me escribirías desde todos los lugares  por que pasaras.¡Esperaba recibir cartas larguísimas!Creí que alimentarías mi pasión, con la esperanza de tu regreso.Pensé que una confianza absoluta en tu fidelidad me proporcionaría algún alivio y que permanecería así en una condición soportable, sin grandes inquietudes"

Pero esas esperanzas de Mariana ya sabe que no van a ser cumplidas. Por primera vez reprocha al ser amado que la hiciera  creer en su amor, en sus promesas. Una historia que se ha repetido millones de veces a millones de seres humanos. Así sigue esta tercera carta:

"Muero de terror al pensar que nunca sentiste de veras el íntimo deliquio de nuestros goces. ¡Ay,sí!Ahora conozco la falsía de todos tus transportes.Me traicionabas cuantas veces decías que tu supremo encanto era estar a solas conmigo. Sólo a mis importunidades debes tus éxtasis y tus raptos.
Concebiste a sangre fría el propósito de incendiarme. No considerabas mi pasión sino como una victoria , y tu corazón jamás se conmovió con ella. Pero ¿en tan poca delicadeza de espíritu tienes, tan infeliz eres, que no supiste gozar de otra manera mis enamorados arrebatos?Y aunque así no fuese, ¿cómo con tan ardoroso amor no conseguía yo hacerte feliz?Lloro por todas las inagotables delicias que perdiste. ¿Por qué fatalidad no lograste alcanzarlas?Si las hubieras llegado a conocer , verías que eran mucho más dulces que el engaño de que me habías víctima , y sabrías que se es infinitamente más feliz y se siente algo inmenso entregándose violentamente a los furores de la pasión, que no dejándose amar"

El consuelo de los corazones desengañados, es mejor amar que ser amado, pero , por las palabras que escribe a continuación Mariana, ese consuelo no es real, ni siquiera le sirve para engañarse a sí misma. Está perdida, rota, desesperada, porque a pesar de que ya adivina las mentiras que ocultaban las palabras de amor de su amado, sigue, pese a ello, amándolo

"No sé lo que soy, ni lo que hago, ni lo que deseo. Me desgarran mis contrarias emociones. ¿Puede imaginarse más mísera condición?Te amo perdidamente y me domino mucho para no desearte que te atribulen los mismos ímpetus de amor. Me mataría o, si no lo hiciese, moriría de pena, si me convenciera de que no tienes reposo alguno, de que tu vida era desesperación y locura, de que llorabas inconsolable , de que todo era odioso. Si no me alcanzan las fuerzas para mis propias penas, ¿cómo soportar las que me dieran las tuyas, mil veces más punzantes?
Celda de Mariana Alcoforado en el Convento de Nuestra Señora de la Concepción. A través de esta celosía la monja prtuguesa hablaba y observaba a su amado   y después esperó sin esperanza la respuesta a sus cartas
Me está bien merecido todo infortunio , por la ceguedad con que me abandoné a este amor.¿No debí prever que los deleites acabarían antes de que mi amor se extinguiera?¿Podría esperar que residieras siempre aquí y que renunciaras a tu carrera y a tu patria, para sólo ocuparte de mí?"

Mariana ya ve la realidad, se da cuenta del engaño al que ha sido conducida , pero eso no alivia en nada su dolor. Sin embargo, a pesar de saberse engañada, no es capaz de desear mal alguno a su amado , cuando escribe "me mataría o , si no lo hiciese, moriría de pena, si me convenciera de que no tienes reposo alguno" A pesar de su sufrimiento, de la traición que ha padecido por su amante, no puede soportar que él sufra igual que ella porque le parecería intolerable, lo ama demasiado. En su cuarta epístola, Mariana sólo siente desesperación por ese amor imposible y por una ausencia que sabe ya permanente

"Mis penas no pueden aliviarse y el recuerdo de todo cuanto gocé me llena de tremenda desesperación. Todos mis anhelos fracasarán y ¡jamás volveré a verte en mi aposento, con aquel arrebatado ardor que me mostrabas!
Nada en el mundo me atrae, si no es verte. Siquiera recuérdame. Me bastaría con tu recuerdo, pero no estoy segura de él. No encerraba en tan angosto espacio mis esperanzas cuando nos veíamos a diario, pero me has enseñado a someterme a todos tus caprichos y voluntariedades"

Y así , Mariana escribe su quinta y última carta , en la que se despide del hombre al que ama, aunque sabe que no podrá dejarle nunca de amar. Ella misma se contradice cuando dice que espera no pensar nunca más en él pero , al mismo tiempo, afirma que ya no podrá conocer la felicidad. Así es el amor ¿verdad?una contradicción entre la razón que nos dice que olvidemos y el corazón que insiste en guardar el recuerdo para que no se cierre la herida.

"Por última vez le escribo. Espero que el tono y estilo de esta carta advierta que por fin llegué a la conclusión de no haber sido nunca amada y de que por tanto debo dejar de amar.
Cuanto de usted me queda , le será enviado con el primero que salga para Francia. Ni seré yo quien escriba su nombre en el sobrescrito de esta misiva...Conozco perfectamente mi destino y no trato de vencerlo. Seré infeliz toda mi vida.¿No lo era ya cuando a diario nos veíamos?Ya entonces me aterraba la idea de que usted me fuera infiel. Anhelaba verle a todas horas y eso no era posible. Me atribulaba por los peligros que usted corría entrando en el convento.No vivía cuando marchaba usted a la guerra.
Al fin estoy libre ya del encantamiento. Para ello tuvo usted que darme las pruebas inequívocas de su desvío. Sin ellas seguiría hechizada.Hubiera sido venturosísima amándole toda la vida.
Le dejo para , si me es posible, no volver a pensar más en usted. Hasta creo que no debía volver a escribirle .¿Acaso estoy obligada a darle cuenta de mi vida?"


"Cartas de amor de la monja portuguesa" fue publicado por primera vez en 1669, cuando Mariana tenía 29 años. Sus cartas fueron traducidas por el aristócrata frances Gabriel de Guilleragues, al que algunos atribuyen la auténtica autoría de esas carta sin pruebas para ello. Las palabras de sus cartas me parecen destilar demasiada verdad para ser fruto de la imaginación y no de la realidad de un amor desgraciado

 Así termina la última carta que Mariana Alcoforado escribió a su amado. Dice "al fin estoy libre del encantamiento" pero reconoce "seré infeliz toda mi vida". Cuando leo esto no puedo sino preguntarme que sentiría aquel oficial al recibir estas cartas, que tipo de hombre era que no le conmovían las palabras de una mujer que le amaba de esa forma y saber que él era el único remedio para el mal que ella sufría con tanta intensidad. ¿No pensó siquiera en regresar para decirla que no la amaba de la misma forma que ella a él pero que , al menos, siempre sería una persona importante en su corazón?¿No sería eso mejor que ese silencio ante las palabras de Mariana?

El poeta francés Theophile Gautier escribió "Ama a una mujer, ama a una nube,pero ama". Si , una vida sin amar no es una vida sino una sombra de la existencia, como si nos negásemos a ver la belleza del amanecer o a sentir el frescor del agua del mar, es renunciar a lo más intenso y hermoso que nos puede ofrecer la vida. Pero hay que estar preparado para pagar el precio del desengaño, del dolor del amor no correspondido o del amor traicionado. Y aún así, sigo pensando como Theophile Gautier, amemos a otro ser humano, a la vida, al cielo azul del verano, a la sonrisa de un niño, a la belleza de un atardecer, al simple hecho de sentir y estar vivos. Es el amor , no el rencor,la amargura o la venganza,el camino hacia la paz y la felicidad . No me resisto a cerrar este artículo con estas palabras de Teresa de Calcuta, que para mi son una de las más bellas declaraciones de amor por los demás "No debemos permitir que alguien se aleje de nuestra presencia sin sentirse mejor y más feliz."

Y quiero imaginar, antes de irme. a Mariana Alcoforado, con una sonrisa melancólica en su celda del convento , acariciada por los últimos rayos de sol de la tarde, recordando con dulzura, ya con la herida de su amor cicatrizada, aquellos días en que fue feliz , porque ella si amó de corazón.

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